Rebelión de los moriscos en Dúrcal

Breve reseña histórica de nuestro pasado árabe y morisco

Era el reino de Granada el único reducto que quedaba en poder de los moros tras largos siglos de reconquista y era Muley Hacen su rey (1480). Enamoróse este rey de una cristiana renegada a la que llamó Soraya, (estrella del alba) repudiando a su mujer principal Aixa. Temiendo se vengaran sus hijos, de esta mujer y por posible usurpación del trono, manda degollarlos, pudiendo escapar el mayor de ellos, Boabdil, ayudado por su madre, quien lo descolgó por una torre con soga trenzada de togas de sus damas.

Lo recogen los Abencerrajes y lo trasladan a Guadix. Estos sucesos descontentaron a los moros de Granada quienes, aprovechando una ausencia de Muley Hacen, traen a Boabdil y lo proclaman rey en la Alhambra. Vuelto su Padre Muley Hacen y, viendo a su hijo en el trono, huye con poca gente al Valle de Lecrín, metiéndose en la fortaleza de Mondújar.

Desde allí, ayudado por su hermano el «Zagal» guerreó cruelmente contra su hijo. En 1483Boabdil, el Rey Chico; cae prisionero de los Reyes Católicos quienes lo dejan en libertad tras prometerles que sería su vasallo, les pagaría tributos y haría guerra contra los moros que no lo quisieren ser.

Enterados los granadinos de estas capitulaciones, lo aborrecen y tiene que huir a Almería. El Rey Viejo, Muley Hacenvuelve de Mondújar al palacio, de la Alhambra y emprende nueva guerra cruel contra su hijo (1484)

Más tarde encontrándose viejo y ciego Muley Hacen, es trasladado nuevamente a Mondújar donde falleció pocos días después, ocupando el trono su hermano el Zagal. En Mondújar descansan sus restos y los de la reina Zoraya; creemos que en algún lugar de la iglesia actual, ya que ésta se edificó sobre la mezquita árabe, en cuyo suelo se debió construir la rauda (cementerio) real

El Zagal, que ha de mantener guerra contra su sobrino Boabdil y los Reyes Católicos, que van conquistando los lugares del reino de Granada.,rinde y entrega a éstos Guadix. las villas del Cenete, Adra, Dalías, Berja, Ugíjar, Jubiles, Ferreira, Poqueira, Órgiva. y el Valle de Lecrín. Los reyes le dejaron para él las taas de Órgiva, el Valle y media salina de la Malaha Después les pidió licencia para retirarse a África donde le aprisionó el rey de Fez y le quemo los ojos.

Los Reyes Católicos le pidieron a Boabdil que cumpliese lo pactado y rindiera a Granada; éste, por el contrario, se declaró enemigo de ellos y cercando la fortaleza de Padul, la conquistó. (1489). En. 1490 conquistó Alhendín y se alzaron todas las taas de 1a sierra, Alpujarras y Valle de Lecrín, perdiendo las cristianos las fortalezas que tenían,. menos dos o tres; una de las cuales. fue lada Mondújar que la defendió Dña María de Acuña, mujer del alcalde, estado su marido fuera.

En la primavera de 1491 mandó el rey Fernando al marqués de Villena que, con tres mil caballos y diez mil peones, destruyese todos los lugares que se habían alzado en el Valle de Lecrín. Creemos que en esta fecha se destruyó la fortaleza del Peñón de los moros en Dúrcal.

Volvió el marqués de Villena al Padul cargado de despojos y cautivos, y el rey Fernando, que se encontraba allí, mandóló volver al Valle a que arrasase totalmente esta tierra antes de cercar Granada.

De allí pasó D. Fernando a Lanjarón. Destruido el Valle y Órgiva, vuelve a Padul camino de Santa Fe, ciudad que fundó, donde se le unió la reina. Isabel y fueron visitados por Colón quien encontró apoyo para su viaje a Indias.

El dos de Enero de 1492 (año del descubrimiento de América) Boabdil entrega Granada a los Reyes Católicos y firman las capitulaciones

Estas capitulaciones de Santa Fe eran las condiciones de rendición y acordaban que los moros serían tratados como el resto de los vasa11os de los Reyes Católicos, les permitirían seguir viviendo y cultivando las tierras que poseían, más continuar con su religión, lengua, costumbres, vestimenta, etc. Serán pues moros vasallos de reyes cristianos, bautizados muchos, aunque forzados bastantes.

Boabdil permaneció con algunas posesiones en las Alpujarras, donde vivió un tiempo embarcando después en Adra para la ciudad de Fez. El rey de Fez lo mandó a luchar contra los reyes de Marruecos y el que lloró como mujer las propiedades que no supo defender como hombre, murió defendiendo coma hombre las propiedades de otro rey.

Los privilegios de las capitulaciones fueron mermando en el transcurso de los reinados de Juana la Loca, Carlos V y Felipe II. Creció poco a poca él descontento entre los moriscos e intentaron rebelarse varias veces. En una de estas, siendo reyes Fernando e Isabel, se destruye el castillo de Lanjarón por el propio rey Fernando (7-3-1500)

La rebelión definitiva es con Felipe II. esta fue urdida por los moriscos del Albaicín quienes encargaron el asalto de la Alhambra a dos intrépidos monfíes: el Partal de Narila y el Nacoz se Nigüelas» junto con dos mil hombres. No fue posible esta hazaña ya que los moriscos del Albaicín no pudieron rebelarse por conocer las autoridades granadinas sus intenciones e impedirlo.

Aben Farx, moro de la nobleza, escapó del Albaicín con los monfíes (bandidos árabes) y fue a levantar en rebelión las tierras del Valle y Alpujarras diciendo que Granada se había levantado y era ya de los moros.

Se alzó el Valle menos Padu1, Dúrcal, Nigüelas, Saleres y Albuñuelas.

Vino del Albaicín Aben Humeya (moro de la nobleza) camino de las Alpujarras y paró en Béznar en casa de su tío. El tío reunió a su familia, señores del Valle, «los Valoris» y a los moros importantes de esta tierra y de Órgiva. Acordaron nombrar a Aben Humeya (Fernando de Válor) rey de los moriscos, para que les guiase en la rebelión. Vino Aben Farax y dijo que a él lo habían nombrado para ello los moriscos del Albaicín. Al final acordaron que Aben Humeya fuera el rey de los moriscos bajo un olivo de Béznar, el 24 de Diciembre de 1568.

Sabiendo pues que los rebelados estaban hechos señores de Alpujarra y Valle y, temiendo viniesen a serlo aún de la Vega, llegó el marqués de Mondéjar al Padul con tropas cristianas el 4 de Enero de 1569, con dos mil infantes y cuatrocientos caballos.

Esa misma noche fue atacado Dúrcal por los moriscos.

Custodiaban el lugar de Dúrcal el capitán Lorenzo de Ávila, a cargo de la Infantería y el capitán Gonzalo de Alcántara con cincuenta caballos. Sabían estos capitanes que iban a ser atacado, porque el día anterior, habían capturado a dos espías que envió el capitán morisco del Valle, Miguel de Granada Xaba a que le informaran de cómo estaba protegido Dúrcal. Uno de estos espías fue hallado cuando rompía el caz del molino de harina del que provenían las tropas. Este no confesó aunque lo hicieron pedazos en el tormento. El otro espía era un muchacho que sí confesó a persuasión del doctor Ojeda, vicario de Nigüelas, que fue quien lo hizo prender. Dijo que los monfíes habían entrado en Albuñuelas y quemado la iglesia, que, aunque se rebelaron muchos, su alguacil, Bartolomé de Santa María (morisco) había logrado meterlos en razón y salvar a su beneficiario, el bachiller Ojeda, a quien envió al Padul. Contó como Xaba, capitán de los moriscos del Valle, había juntado muchos moros de Órgiva, Valle, Motril y Salobreña para atacar Dúrcal, teniendo entre ellos 300 tiradores

Gonzalo de Alcántara alojó la caballería en el barrio Márgena, dispuesta a salir corriendo, tocando las trompetas, en sintiendo tocar el arma, hasta una haza llana delante de la plaza de la iglesia. Esperaba que el marqués de Mondéjar le acudiese del Padul en oyendo las trompetas.

Lorenzo de Ávila se quedó con a la infantería en la plaza y metió a los cristianos del lugar en la iglesia. Xaba se presentó con sus moriscos dos horas antes del amanecer. La mañana era fría y con densa niebla. Xaba se fue con tres mil hombres al río entre Márgena y Padul creyendo que por allí habría de llegar el socorro (creemos que en las inmediaciones a la Poza del Vizco ya que el camino real bajaba por venta del Álamo, cuesta de la Valdesa y subía por las Fuentes) y mandó otros tres mil al Romeral para caer sobre Márgena por el camino de la sierra.. Advirtió a estos moriscos que no guerreasen en lo llano pues podrían ser alcanzados por los caballos.

Lorenzo de Ávila luchó ferozmente en la plaza donde fue herido de saeta que le atravesó entre ambos muslos. Fue retirado a la iglesia. Gonzalo de Alcántara hizo frente a un gran grupo de moriscos que le entró por el camino de Márgena. Era tanta la turbación en este punto que hubo quienes dejaron las armas, otros que se perdieron, otros de la iglesia, reclamados por los de Márgena, que no osaron salir de ella, antes por el contrario, se escudaban detrás de los compañeros para no ser muertos. No faltaron muchos valerosos que lucharon aun solos. Los moros, viendo la resistencia de los que luchaban y el estruendo de los que huían, creyendo que éstos les atacaban, pues era mucha la niebla, comenzaron a retirarse de Márgena. Fue Gonzalo de Alcántara a la plaza y vio a Lorenzo de Ávila herido, luchando y queriendo sacar a la gente de la iglesia para pelear, mas volvió a su puesto porque los moros regresaban a Márgena.

Quisieron irse con él cuatro frailes franciscanos y cuatro jesuitas, ya que los soldados no lo hacían, pero no lo consintió. Llegó un moro con una bandera verdadera por la parte norte de la plaza, junto a un mesón (creemos que la posada destruida hace pocos años por un incendio y hoy edificio nuevo con tienda de muebles) dando fuertes alaridos. Fue muerto por Gonzalo de Alcántara. Tres moros que lo seguían atacaron a éste, hiriéndole en la cara, si bien lo socorrió un soldado de Antequera llamado Juan Ruiz Cornejo que mató a dos de ellos. Se acercó un fraile a Gonzalo de Alcántara, con un crucifijo en la mano, animándolo en la lucha; una pedrada derribó el crucifijo; Gonzalo juró que no había de dejar moro vivo y, ayudado por Cornejo, mató al moro que lanzó la piedra. El capitán Alonso de Contreras, que luchaba en una calle, fue herido de saeta envenenada con yerba y murió; así también Cristobal Márquez, alférez de Gonzalo de Alcántara. Salió la caballería de Márgena y, no pudiendo pasar a la plaza por la cantidad de moros que se hallaban en sus calles, dio un rodeo por el campo, tocando las trompetas. (Creemos que entraron por la Crucecica ya que el Darrón estaba separado como barrio aparte y los moros creyeron que habían llegado los refuerzos cuando los moros ya había huído.

Murieron aquella madrugada veinte soldados cristianos. Xaba se fue a Poquira habiéndole sidos muertos doscientos moros. Aben Humeya quiso cortarle la cabeza. El marqués de Monéjar felicitó a los heroicos capitanes, envió los heridos a Granada y se quedó en Dúrcal cuatro días, antes de pasar a las Alpujarras.

Sintetizado de «Rebelión y Castigo de los Moriscos» de Luis Mármol Carvajal, siglo XVI