Método de análisis y resultados obtenidos

En la elaboración de los dos planos de Fragilidad paisajística se ha considerado como criterio principal el gradiente de distancia, en forma de suma ponderada, desde el conjunto de puntos de observación cualificados. Así, y sin perjuicio de particularidades difícilmente cartografiables a la escala de trabajo, se han establecido cuatro perímetros sucesivos y distanciados un kilómetro entre sí; por tanto, un primer perímetro inferior a 1.000 metros, que alcanza fragilidad paisajística extrema (un nuevo elemento de ciertas dimensiones que irrumpa en la escena será fácilmente visible incluso en condiciones no óptimas de limpidez atmosférica); un segundo perímetro generado entre 1.000 y 2.000 metros se establece como de fragilidad muy elevada, por tanto, inferior a la anterior (el mismo elemento reduce su impacto por el factor distancia); un tercer perímetro generado entre 2.000 y 3.000 metros sugiere una fragilidad elevada, por tanto, inferior a la anterior; y un cuarto perímetro, en este caso a una distancia superior a 3.000 metros desde el conjunto de puntos de observación cualificados, que supone una nueva reducción de la fragilidad, pasando a ser moderada. Pero el efecto distancia resultaría escasamente relevante por sí solo. Es por ello que se interrelaciona con otras variables que potencian el efecto de la vulnerabilidad del paisaje.

En el plano I de Fragilidad paisajística dichas variables son: la accesibilidad visual desde 10 o más puntos de observación (se han descartado, pues, las numerosas zonas visibles desde un número inferior de puntos) en los tres primeros perímetros, aumentándose la exigencia (30 o más puntos) en las zonas más alejadas (perímetro superior a 3.000 metros); la presencia de hitos visuales, como elementos que requieren mantenerse alejados de otros elementos que potencialmente surjan en la escena y que puedan desvirtuar su función de elementos focalizadores; la presencia de cuerdas topográficas importantes, como elementos articuladores visuales especialmente susceptibles al constituir zonas elevadas (habitualmente representan el sky fine del escenario paisajístico) y/o que resaltan por perfiles en forma de arista; la presencia de telones visuales de gran magnitud, cuya fuerza visual en el fondo escénico les hace especialmente sensibles a posibles introducciones de elementos nuevos; por último, se han incluido con toda reserva ciertos escenarios acotados o topográficamente enmarcados, puesto que, si bien cualquier elemento nuevo que sea de gran tamaño resulta muy evidente, en otros casos, en cambio, puede quedar perfectamente oculto gracias al cierre de la escena (salvo que el observador potencial se introduzca en ella).

En el plano II de Fragilidad paisajística, los mismos cuatro niveles establecidos en función de la distancia media ponderada desde los puntos de observación cualificados se interrelacionan con la susceptibilidad de los usos del suelo a acusar la introducción de nuevos elementos y con la exposición visual del terreno según su pendiente. A este respecto, los usos del suelo que globalmente se muestran más vulnerables en términos visuales son aquellos que presentan mayor homogeneidad cromática y de textura. Es por ello que se han señalado las áreas ocupadas por cultivos herbáceos de secano, por almendros, por olivar y por cultivos de cítricos asociados a olivar en regadío, dentro de los usos agrícolas; y las áreas ocupadas por pinares densos, por matorral con arbolado de coníferas o de quercíneas, por matorral denso o por pastizal continuo entre los usos forestales. En cuanto a la exposición del terreno, en general se ha establecido como especialmente susceptible en casos de superar el 30% de pendiente. No obstante, en la casuística que se plantea con el gradiente de fragilidad, las variables referidas a usos del suelo y a pendientes se combinan de modo distinto según la distancia, como se aprecia en el esquema cartográfico de referencia.

Finalmente, es preciso advertir que un modelo elaborado sobre un espacio de un cuarto de millar de kilómetros cuadrados, donde la menor distancia entre puntos extremos es de 14 km y la mayor supera los 20, y caracterizado por una extremada compartimentación topográfica y una extraordinaria variedad de elementos y escenarios, no puede acotar la enorme casuística que presenta la realidad, problema que se agrava con otros factores contingentes que pueden tener lugar en el escenario (variabilidad atmosférica, fenofases de la vegetación, etapas de los ciclo agrícolas, etc.) o en los elementos que irrumpen en él (tamaño, altura, color, forma, temporalidad, etc.). Es por ello que la estimación y representación cartográfica de la fragilidad paisajística presenta especiales restricciones, máxime en espacios extensos y en escalas pequeñas.