HISTORIA DE LAS ESCUELAS DE DÚRCAL

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Cuenta José Miguel Puerta que la época musulmana hubo tres sabios juristas durqueños: Alí b.Alimad b. al-H_Umar b..Axaaz al-Murri, sabio en recitaciones coránicas y actas notariales, murió en 1126; Manssur b. Ahmad b. Abdal-Malik b. Wáriz al Ansarí Abú al Hassan, experto en resoluciones jurídicas, murió en 1180 y Átiq b. al-Hasan b. Muhammad b. Qasim b. Muhammad b. abd Allah b. Said al-Hilali, "el durcaleño", juez (cadí) de Almería y después de Guadix, murió en 1285. Estos antepasados ilustres se formaron en Dúrcal y después en Granada lo que nos hace suponer que ya en época musulmana contaba nuestro pueblo con una escuela coránica adscrita a la mezquita. Aquí aprendían los niños religión islámica, lengua árabe y los cálculos básicos a cambio de una retribución que entregaban a sus maestros. Los alumnos destacados ampliaban su formación en Granada. A partir de la reconquista creemos surgiría algún centro educativo que facilitara la conversión a la fe católica de los moriscos, lo que contribuyó a su rebelión en el siglo XVI dando lugar a la batalla en la plaza de Dúrcal. Debió de permanecer así, en los siguientes siglos algún tipo de escuela ligada a la parroquia, que ya contaba con beneficiado (párroco) antes de la rebelión.


En el siglo XIX, entendemos que, si existía una banda de música creada por Juan Antonio Megías Terrón, ganadora del segundo premio en el certamen de la coronación de Zorrilla (1889), con toda seguridad que habría una escuela, necesidad prioritaria y cuyos aprendizajes de lectura, escritura y cálculo facilitarían el estudio posterior de solfeo. Es más, no descartamos la posibilidad de que D. Juan Antonio, que también era sacristán, impartiera clases de alfabetización a los chiquillos. De este siglo nos han llegado rumores que hablan de una maestra en el Darrón, en un patio de vecinos frente a la placeta "Pesetillas" (casa de Carmen la Elipa) donde después hubo un horno. Sería lo que el Padre Manjón llamó "maestra migas" (de quien se inspiró para su pedagogía): una señora que entretenía a los niños cantando y con juegos mientras las madres iban a trabajar. Los alumnos le pagaban con huevos, patatas, harina (de ahí lo de migas). Sin embargo no hemos podido constatar la veracidad de este hecho. De todos modos responde a la práctica normal de las escuelas de entonces. Estas surgían porque alguna persona con ciertos conocimientos se instalaba por su cuenta en una casa más o menos espaciosa y recibía a los alumnos cobrando en especie. Otras veces eran gente con oficios de letras que llevaban a cabo esta tarea fuera de sus horas de trabajo. ¿Acaso el escribano que vivió en la calle que lleva este nombre? De todos modos son especulaciones no confirmadas.

Escuelas nacionales a principios del siglo XX (casa de los Chispas)

Diploma de Manuel Molina (Vereas)

Sabemos con certeza, por testimonios directos de quienes se formaron en ellas, que en 1917 existían unas escuelas nacionales en La Crucecica, hoy Darrón n° 11 casa de José Melguizo Megías (los Chispas) antes la habitaron los padres de Nicolás Castillo y Miguel Molina Fernández (Vereas).

Este era un edificio dedicado a molino con un gran patio y naves adyacentes, en su solar que llegaba hasta el callejón de la Morena, hoy calle Cruz. En él vivían varias familias como Dña Elena y Rafael Castillo (médico, abuelo de los Rafas Castillo, primos, médico y maestro respectivamente).

Todavía se mantiene en pie el cobertizo del zaguán que abría el portón de acceso al molino, hoy entrada a la calle San Isidro (donde vive Manolo Bocao). Recuerdan quienes la frecuentaron de niños lo divertido que era observar al burro lentamente girando alrededor del empiedro y al molinero echar aceituna con un plato sobre las ruedas del molino. No menos entretenido era el ver llegar y partir a los arrieros portando capachos de aceituna o girar el sinfín para prensar las capachas bajo una viga que todos califican como enorme. En esta escuela daba clase D. Daniel Noguerol, Padre de D. Ernesto Noguerol, recientemente fallecido y que ha sido secretario del Gobernador de Granada; también D. Francisco. Asistieron a esta escuela como alumnos Manuel Molina (Manuel Vereas) que en la actualidad cuenta 94 años y recuerda de compañeros a Manuel y Francisco Serrano López, José Escámez, y los hermanos Gutiérrez Vílchez (los Tizones): Manuel, Antonio, Luis, Miguel, Serafín... (eran ocho hermanos y todos los recuerdan como "talayos" sobresaliendo por su estatura entra la chiquillería).

Frente a las escuelas se alzaba el Cuartel de la Guardia Civil (pisos de Ignacio). Este era otro atractivo para los niños. Recuerdan sobretodo al guardia Ruiz, (abuelo de la Carmencica) cuya esposa divertía mucho a los niños con sus cuentos y canciones de otras tierras. Después de jubilarse vivió en la cima del Zahor, de encargado de la Casilla del Agua, a la que se conoce desde entonces como Casilla Ruiz.


Nos mencionan otra escuela de niñas, que hemos podido datar abierta en 1920, en la placetilla de la calle del Agua conocida como °Rinconcillo", Hoy derribada, en el solar de la casa de las Guzmanas.


Escuelas Nacionales de niñas (principios siglo XX) en el Rinconcillo (Casa  de las Guzmanas)

Su maestra era Dña. Virtudes. Aprendieron en ella Mercedes Puerta de Haro (Parapanda), María Valdés Melguizo (Almendricas), Margarita Pérez (de Paquitopérez), Carmen Melguizo Padial (del Palacio), y las hermanas Adelina, Antonia, y Carmen Jiménez Melguizo (Lázaras). Aprendían a leer en el Catón que se componía de dos cartillas: la primera y la segunda y luego continuaban con libros de lecturas muy edificantes titulados "Juanita", "Urbanidad y Buenos Modales", "Lecturas de Oro" y "Alborada" (de versos bellísimos). Nos cuentan sus alumnas, emocionadas, las representaciones de teatro con historias tristes de niñas huérfanas que buscan a la madre en un hospital y otras divertidas como "la Molinera". Plantaban árboles por las calles y las plazas del pueblo cantando una canción especial para esta actividad.


Dña. Virtudes con un grupo de alumnas.

Saludaban al entrar a clase con el -"Ave María Purísima", y al marcharse se despedían de la maestra con la siguiente retahíla:

-Cumplamos en la escuela con nuestra obligación;
demos por ello gracias, mil gracias al Señor.
Ya del descanso la hora llegó
Vamos a nuestra casa a la obligación
A ver a nuestros padres que allí estarán
Uno y mil besos les hemos de dar.
Maestra querida, de mi corazón,
El Señor la guarde, quede usted con Dios

(los más traviesos decían: El Señor la estrelle sobre el escalón)

Las niñas jugaban a las chinas, a las tres en raya, a la rayuela, a saltar a la comba, a saltar a la barca, a salta pichón, al corro, donde cantaban:

- De España me vuelvo muy disgustada
contándole a la reina lo que a mí me pasa
la hija del rey moro no me la quieren vender
ni por oro ni por plata ni por puntas de alfiler.
- vuelva, vuelva, caballero, que yo se la venderé.
De las tres hijas que tengo, coja usted la menester.
- Esta no la quiero por ser pelona,
Esta me la llevo por guapa y hermosa,
Parece una rosa, parece un clavel,
Acabado de coger.
-Levántate, clavo.
-estoy clavado.
-Levanta, cebolla.
-Estoy en la olla.
Levanta, perejil.
Eso sí me gusta a mí.

Estas escuelas siguieron funcionando después que se abrieran las de Balina.



Grupo de niñas de primera comunión.

El día que llegó el primer tranvía a Dúrcal (1924) acudieron con la maestra a la estación. El tranvía llegó adornado con flores y traía arrastrando 15 vagones llenos de arena para probar la resistencia del Puente Lata. Las autoridades y todo el pueblo lucían sus mejores galas. Los jardines, recién plantados, y en todo su esplendor floral deslumbraban a los durqueños.

Escuelas Nacionales de principios del siglo XX (casa de las Paulinas).

Había otra escuela en la calle Horno (casa de las Paulinas) actualmente de los Urquízar, corresponde a Horno n° 25 (aún hay huellas de los mapas pintados en la pared) allí enseñaron D. Miguel, D. Ricardo Augustín Castillo (jubilado a poco de acabar la guerra), D. Paulino López Roldán, (de ahí lo de casa de las Paulinas, por las hijas suyas) Este hombre ejercía en otro pueblo y se fue construyendo poco a poco su propia casa en Dúrcal adaptada con el fin de abrir una escuela. Dicen que él mismo la edificó ayudado de sus hijas. Era abuelo del maestro D. Juan Tamayo. También ejerció aquí D. Rafael Amador Zurita. Los niños jugaban al trompo, al salto de la muerte, a chichirimboy y a la  media.


El veinticinco aniversario de un colegio es un acontecimiento tan importante como para dejar constancia por escrito. En este caso tenía que ser editando un libro sobre la historia de las escuelas de Dúrcal. A lo mejor pecamos de arrogantes pero tal vez sin este pequeño esfuerzo se hubiera perdido mucha información que permanecía en la memoria de nuestros mayores. No obstante, creemos haber empezado una obra que podrá ser corregida, perfeccionada y ampliada en el futuro con nuevas investigaciones y, sobre todo, con los datos nuevos que aporten los acontecimientos venideros.

Antonio Serrano.